Erase una vez un reino donde vivía una niña de 5 años llamada Iris, no tenía amigos y sólo hablaba con un pequeño amigo de peluche rosa, que llevaba consigo a todas partes. El muñeco "Guau", era un caballito que le habían regalado sus padres el día de su nacimiento, al pobrecito le faltaba una oreja y cada poco tenía que ser remendado, pues era un poco viejecito. "Guau" era para Iris el mejor amigo.
Un día mientras lo achuchaba y llenaba de besos, la niña tuvo una idea; había planeado convertir a su peluche en su compañero de carne y hueso, y para ello claro está, necesitaba la ayuda de una bruja, la que vivía en la torre a las afueras del pueblo, a la cual fue sin dudar.
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-" Haremos un pacto"- dijo la bruja - "para que Guau cobre vida, tendrás que robar los sueños de la gente. Los de los niños harán que tu muñeco viva de día, y los de los mayores me los entregarás a mi".
La bruja sólo podía robar los sueños con ayuda de la niña, así que le dio los poderes necesarios para convertirla en una robasueños.
Iris empezó a ir todas las noches a las casas del reino, de noche robaba los sueños de los niños y de día "Guau" se cargaba de vida, pero a la noche debía volver a empezar ya que la carga debía de volver a efectuarse. Los sueños de los adultos tenía que entregarlos a la bruja, y aunque al principio no entendía para qué los quería, con el tiempo acabó descubriéndolo: con ellos conseguía apagar las ilusiones de la gente, empezaron a entristecerse, a dormir mal y a perder las fuerzas. Así iba haciéndose con el reino, y como la gente no tenía ganas de hacer nada, no la detuvieron en sus planes, por lo que llegó un día en que se proclamó reina.
Iris empezó a darse cuenta de que se había equivocado, no le gustaba como estaba el reino, y tampoco le gustaba ver a sus padres tirados todo el día en el sofá sin fuerzas ni para levantarse. Decidió despedirse de su caballito, le explicó que le quería mucho, y le juró que aunque no tuviera vida, ella siempre lo conservaría a su lado; hablaría con él, le daría besitos, lo cosería cuando se estropeara, y le llevaría a todos los sitios.
Aquella misma noche, dejó de robar los sueños de los niños y todos juntos, encabezados por Iris se dirigieron al palacio. Aprovechando que la bruja dormía cogieron todos los sueños de los adultos, que se encontraban encerrados en botellas de cristal, y fueron liberándolos uno a uno.
A la mañana siguiente, los mayores recobraron las fuerzas, los niños les explicaron todo lo que había pasado, y todos decidieron perdonar a Iris, pero no a la bruja a la que fueron a buscar. La buscaron en palacio, en la torre, en todo el reino. . . pero la bruja ya había desaparecido, quien sabe, quizá huyó temorosa de que la gente pudiera hacer con ella una hoguera en algún jardín.
FIN.
Bonita historia expresada en un lenguaje sencillo pero elaborado a la vez.
ResponderEliminarHace muchos años tu madre contaba las historias con el mismo encanto que tu. No dejes de escribir por favor
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