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8 de abril de 2010

El vecino del tercero

Aquella tarde como venía siendo habitual de un tiempo a esta parte, me había vuelto a quedar dormida en el sofá frente a la tele. Últimamente me encontraba agotada, sin ganas de hacer nada, las noches se habían convertido casi en una pesadilla para mi, y ya no sabía qué hacer para que todo volviera a la normalidad. Sin duda alguna, mi marido estaba perdiendo la paciencia conmigo, pues reconozco que desde que empezaron los problemas con mi vecino yo estaba más irritable de lo normal, siempre con mal genio.
No entiendo como los demás no podían oírlo, y tampoco entiendo como podían dormir placenteramente con tal escándalo. Desde que llegó el nuevo vecino del tercero, sólo descanso un poco por el día, él era el culpable de mi estado. Era un hombre mayor, de unos sesenta y cinco años, con peluca negra, bigote. . . había alquilado el piso y a mi parecer con él no vivía nadie más, pues mis ratos tras la mirilla me aseguraban que al piso no subía nadie más. Durante el día no daba ningún problema, al contrario, era como si en el piso no hubiese nadie, pero a la noche. . . a la noche todo cambiaba. Se empezaban a oír ruidos extraños, arrastraba los pies por todas las habitaciones, y para colmo jadeaba. Eso era lo más irritante, sus jadeos, se clavaban en mi cabeza atormentándome toda la noche.
Siempre le preguntaba a mi marido lo mismo; "¿es que tu no lo oyes?", él me contestaba que tenía el sueño demasiado profundo. En ocasiones le despertaba para que lo oyera, pero el cabrito dejaba en ese momento de hacer ruido. Era desesperante.
Un día decidí reunirme con las demás vecinas en el rellano del portal, quería preguntarles a ellas que les parecía el individuo, seguro que estarían también desquiciadas, había que tomar las medidas oportunas para solucionar el problema.
- "El motivo de reunirnos es para determinar qué vamos a hacer con el inquilino del tercero."
- "¿A pero ya lo han alquilado?" - dijo una, pensé que estaba bromeando.
-"Déjate de guasas, el problema es serio".
- "Yo no sé si está alquilado o no, pero si es así a mi no me ha dado ningún problema"- dijo la del 2º b.
-"Ni a mi"- dice la otra.
-"¿Me estáis diciendo que no escucháis nada por la noche?"-solté completamente asombrada.
-"Pues no, yo que tú se lo comentaba a tu marido, seguro que el problema radica en que tienes algún conducto de ventilación que baja cerca del tuyo, lo que hace que sólo lo oigas tú"- aunque me sonó raro, no entendía de esas cosas, me despedí de todas y corrí a llamar a mi marido al trabajo.
-"Cari. . .oye que ya sé donde está el problema. . .sí, el del vecino. . .pues que todo es por un tubo de ventilación. . . ¿me oyes?. . .manda a alguien para que lo arregle ¿vale?. . . adiós, besitos".
Por fin hoy, me vienen a arreglar el conducto ese del aire, igual tapándolo ya no oigo nada, la pena es que no voy a estar para hablar con quien venga porque tengo que ir al médico. Menos mal que se acordó mi querido esposo de que tenía cita, la verdad es que yo ni sabía que debía ir. Creo que me va a dar otra vitamina de esas que necesito, no sé, igual le comento lo del "tic" que a veces tengo en el ojo.

1 comentario:

  1. Un desenlace inesperado, sorprendente. A veces la paranoia está dentro de nosotros.
    Saludos.

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