Acudí a la cita como si nada, él había decidido coger un par de bicicletas que tenía en casa para ir a pasear por la vía verde que va a La Camocha. Yo más chula que nadie pensé; "todo el mundo sabe ¿no?, no será tan difícil". Vamos, era una cita qué podía salir mal. . . Nada más empezar no me rompí la cabeza de milagro.
-"¿Qué te ha pasado?"
- "Nada, que he tropezado con algo ", dije yo.
-"¿Con qué?"
- "No sé, con algo".
- "Bueno, ¿estás bien?"
- "Sí" (mentira noooo).
- "Pues vamos".
Recurrí a un dolor de rodilla para no volver a subir a la bici y pensando que se quedaría conmigo le dije; " Vete tú, yo voy dando un paseo". Pero él no se quedó, corría un poco y volvía. . . iba y venía.
Aquello era de todo menos romántico, pero en fin me lo había ganado yo solita.
Hoy en día, todavía no se andar en bicicleta. . .pero ya no me importa decirlo, algunos no se lo creen, otros se ríen. . .pues eso, que me da igual.
Aprendí a nadar bien bastante mayor, y no me avergüenzo de ello. Cada uno tiene sus gustos, sus limitaciones, sus habilidades, manías o torpezas, y es muy respetable.
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