Y llegó el día en que se dio cuenta de que todo era una farsa, una estúpida mentira que desde el principio supo acabaría mal. Ella que tantas veces escribía del amor, ese que decía sentir pero no tenía. Ella que pensó que algún día con él sería igual, pero no lo fue... y empezó a vivir de sueños, de recuerdos...
Ese día lloró más que nunca al pensar en sus sueños rotos y cuando salió la última de sus lágrimas se volvió a poner la careta de la mentira, la que se ponía todos los días para no ser descubierta, al fin y al cabo qué les importaba a los demás sus lágrimas... quién se había parado a escuchar su pena alguna vez... nadie.
De vez en cuando llora detrás de la careta, y a cada lágrima derramada ella se repite una y otra vez; "Calla cobarde, calla".
Tremendo. Desgarrador. Pero me pregunto: realmente, ¿nadie la escuchaba? ¿o era ella quien no acudía a los demás para ser escuchada?
ResponderEliminarEs tremendo vivir en una fantasía porque la realidad, más tarde o más temprano, acaba reclamando su lugar. Y en ese momento surgen los lloros que había permanecido aletargados tanto tiempo en el remoto subconsciente; surgen los lloros, crecidos y multiplicados, y el sufrimiento es mayor.
Saludos del "ruborizado".
Todos nos ponemos una máscara para interpretar un personaje, pero a veces también llora ese personaje bajo la máscara. Podemos engañarnos, pero ¿a qué precio? El problema es cuando el personaje se adueña de la persona y la máscara se hace piel.
ResponderEliminarSaludos, Su.