
-"Uno, dos, tres, cuatro, no hay nadie ahí. Uno, dos, tres, cuatro, respiro despacito no me vaya a oír".
Juan se escondía debajo de las mantas, cada vez más asustado, no quería mirar lo que sucedía afuera, apretaba los ojos y se encogía.
-"Es una pesadilla, nadie viene a por mi".
De repente volvió a escuchar los pasos.
-"Uno, dos, tres..." Contando trataba de distraerse, aunque los oídos seguían intentando captar cualquier ruido extraño.
Se imaginaba al monstruo grande, con una boca enorme llena de puntiagudos dientes y rápido a la hora de comerse a sus víctimas, porque claro se las comía, ¡era un monstruo!.
-"Uno, dos, tres...¿y si me escondo más abajo?...sí, sí...así no me verá".
La almohada le servía para taponar la entrada y aunque empezaba a sudar la gota gorda, prefería pasar un poco de calor a ser descubierto. Y de nuevo se oyeron ruidos.
-"ALEX...¡SE VA A COMER A ALEX!...pobre hermanito, seguramente no se escondió bien... Uno, dos...ahora vendrá hasta mi cuarto, ¡qué suerte tienen mis padres de dormir al fondo del pasillo!...ahora viene a por mi... UNO..."
-"Pero Juan, ¿qué haces tan tapado?. Sube para arriba y deja de jugar que ya es tarde... Buenas noches diablillo".
-"Buenas noches papá".
Y después de un suspiro se dijo a si mismo;
-"Ves tonto, no había nadie".
Horas más tarde se despertó. Todavía era de noche y aún estaba oscuro...muy oscuro.
-"Uno, dos, tres, cuatro...¡ES PAPÁ, ES PAPÁ!".