Dulces sueños.

"En verano que si le doy calor, que le recaliento la cama, que me aleje... En invierno, siempre con sus pies helados entre mis piernas, sintiendo sus frías manos por mis riñones o por mi cintura... Hoy aún no me ha atacado y hoy hace frío, mucho frío... y ella debe de estar tiesa, siento cómo si estuviera durmiendo al lado de la nevera con la puerta del congelador abierta je, je... ¿estará enfadada?, será mejor ni mirar por si las moscas, para una vez que no molesta...

No... no puedo dormir. ¡Qué diantres le pasará!... me acercaré a ella despacito, sin que se de cuenta... ¿a ver?... nada... un poco más... otro poco más..."

Hasta que de golpe y porrazo se cayó de la cama. Su mujer no estaba, pero sí en su lugar una nota;

Roberto, la situación se ha vuelto insostenible, no te aguanto... me voy.

"¿Cómo?... no puede ser...pero ¿cuando se ha ido?", se preguntó. A continuación se metió en la cama, empezó a abrir y cerrar brazos y piernas, como cuando se hacen siluetas de ángeles en la nieve, y con una sonrisa en la boca empezó a gritar;

"Por fin...por fin".